A pesar de sus protestas, de todos modos se acerca al zumbante juguete y derrama un líquido transparente por todas las sábanas. Se ríe con frialdad.
«Acabo de decir que te dejaría venir. No dije que fuera a usar mis dedos para hacerlo». Él saca la vibra de sus pliegues hinchados para presionarla contra su clítoris. «Esto funciona, ¿no?»
«¡Aaaah... noooo--!»