claveles rojos
Oscar debería haberlo sabido. Oscar debería haberlo sabido desde el primer momento en que lo vio. Quizás se sorprendió, después de no ver a Lando durante los últimos 15 años, algunos detalles no lo entendieron, pero ahora todo estaba tan claro...
Los labios carnosos de Lando y su perfecto lazo de Cupido, sus vívidos ojos oceánicos y sus pestañas de muñeca, su cabello perfectamente rizado, la forma en que su piel melosa brillaba bajo el sol de la tarde o su sonrisa en forma de corazón cuando reía. Todo estaba muy claro... pero, hasta ahora, Oscar no podía entender la belleza etérea de su amigo.
Lando está de pie justo delante de él, con alas de un blanco puro desplegadas con gracia en su espalda y delicadas plumas que caen lentamente sobre el suelo de su sala de estar. Oscar lo mira con asombro, y Lando le devuelve la mirada, confundido.
«¿Tú... puedes verme?»
o en la que Cupido carece de amor y Oscar tiene los ojos del corazón.