la bruja más brillante de su época
Cuando Hermione Jean Granger tenía un año, sus padres murieron en un accidente de coche. Ella lo sabía todo porque hacía muchas preguntas y su tía y su tío creían en responderlas.
¿Por qué el cielo es azul, tía? ¿Por qué las b y las d son como en el espejo? ¿De dónde vienen las canciones? ¿Por qué Jenny Hopkins me llamó...?
Su padre había acelerado en un semáforo en verde, como se suponía que debía hacerlo. (Para cuando tenía ocho años, Hermione tenía memorizado el reglamento de conducción). Un camionero, que iba en sentido contrario, no se había detenido en un semáforo rojo.
Hermione había estado sujeta en una silla de coche en la parte trasera, le contaron su tía y su tío. No había resultado herida en absoluto, excepto por la cicatriz que destacaba, irregular, en su frente.
A medida que Hermione creció convirtiéndose en una maravilla desgarbada, con el pelo revuelto y dientes salientes, pensó que podía recordarlo: una luz verde deslumbrante, una ráfaga de aire frío.