caña de azúcar

Satoru Gojo había sido asesinado más de una vez en su corta vida... pero su muerte a la edad de veintinueve años fue ampliamente considerada como la más permanente hasta la fecha. Ha pasado más de un año desde la lucha contra Sukuna y Gojo ha regresado, pero con un gran coste personal. Sin sus técnicas y sin tener aún menos aliados, Gojo se esfuerza por entender lo que le queda cuando ya no es el hechicero más poderoso de la época. Utahime Iori ya se enamoró de Gojo una vez, y ya ha aprendido la lección, pero las circunstancias la han empujado de nuevo al camino del hombre al que tanto se ha esforzado por olvidar, poniendo a prueba su determinación y despertando viejos sentimientos que juraba extinguir. ¿Qué significa ser fuerte? ¿Ser vulnerable? Y si se ve obligado a elegir entre el amor y el poder, ¿quién ganará?

Pasadas las ocho y media, Utahime pudo volver a revisar su teléfono, y la ansiedad en su estómago creció cuando vio la gran cantidad de notificaciones que inundaban su pantalla. Tenía llamadas perdidas de casi todos los que conocía: de todos los hechiceros, de todas las ventanas y de ambos directores. Sus mensajes también estaban inundados, desbordados, pero lo que más le llamó la atención fue el nombre de Gojo, porque había cinco mensajes que no había podido comprobar, todos dispersos. Gojo: Llegaré tarde Gojo: parece que estoy comprando, senpai Y las últimas, en las que su tono era tan serio que hacía que el miedo se apoderara de su barriga. Gojo: ve a tu casa y quédate allí. No vengas aquí aunque te lo digan. Gojo: no tomes ningún tren. Gojo: por favor.