Cuando estábamos perdidos (nos encontramos)
Si había algo con lo que Harry Potter podía contar en su vida, era una falta garantizada de aburrimiento. Así pues, no debería sorprenderle que, mientras cruzaba el callejón Diagon para llegar al Punto de Aparición más cercano —el único día al mes en el que se aventuraba a salir del número 12 de Grimmauld Place— se encontrara con un altercado en el que los resultados eran absurdamente desiguales.
A partir de ahí, su mundo entero da un vuelco. Simplemente no lo sabe todavía.