Catarsis
«No tienes que estar nervioso».
«¡No lo estoy!» Dice mientras se endereza, tumbándose en el sofá con una bocanada petulante y volviendo a centrar su atención en el hombre de cabello plateado, siguiendo sus movimientos mientras se pone de pie frente a Kaveh. Su presencia se cierne sobre sí misma, y el aroma del cuero envejecido y del papel podrido lo golpea en la cara, como si acabara de abrir de golpe las puertas de una antigua biblioteca. Embriagador sería una buena palabra para describirlo, ya que su cuerpo se mueve instintivamente hacia adelante para acercarse más a la atracción gravitacional de este hombre.
Una mano se mete bajo la barbilla de Kaveh, empujándola hacia arriba mientras el pulgar le acaricia la mandíbula. «Pudo haberme engañado, Kaveh». Sus labios se curvan levemente mientras lo sostiene, y su agarre se aprieta ligeramente. «Está bien, es natural estar un poco nervioso. Especialmente si es la primera vez que haces algo así. ¿Está familiarizado con el sistema de colores?»