Siempre has sido tú
Katsuki apenas podía creer lo que estaba pasando. Izuku, la bella omega que había conocido toda su vida, a la que había pasado de ser amiga, a intimidar, a ser rival y de la que había vuelto a ser amigo, estaba aquí en sus brazos. No podía creer que este hombre perfectamente imperfecto, por el que había estado suspirando desde que tenía memoria, hubiera hecho un nido en su cama; le hubiera pedido a Bakugou Katsuki que se quedara con él durante su celo, y se aferraba al musculoso rubio como si su vida dependiera de ello.
Ya no había ninguna posibilidad de que se fuera. Tenía que complacer a un omega necesitado.