El pájaro hace su nido
«No entiendo», repitió Wriothesley. Pudo haberlo dicho hasta que sus cuerdas vocales se rompieran en pedazos y sus ojos se derritieran en la nada. «No entiendo por qué me quieres, Neuvillette. No soy un buen omega. Ni siquiera soy una buena persona».
Neuvillette lo miró. El Iudex parecía tan cariñoso y tan, tan triste.
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A nadie le gustaría un omega enfermizo como Wriothesley. No podía tener crías. No podía aparearse. No podía ni anidar.